jueves, 22 de abril de 2010

Trampas

En mi nueva casa no paran de quejarse porque siempre ando escondido bajo la cama, agazapado bajo el sofá, acomodado en los armarios y arrinconado tras las puertas. ¡Como si yo no les escuchase!
El caso es que anoche me animé a darles un voto de confianza mientras preparaban la cena, así que para estar junto a ellos (y egoístamente, para beber agua a lenguetazos del grifo de la cocina) salté hasta la encimera y... ¡maldita la hora en que decidí relacionarme! Qué en vez de lenguetazos al chorro del agua acabé dándoselos a mi chamuscada almohadilla de la pata delantera derecha.
Así no hay quien ronroneé.

1 comentario:

  1. Pobrecito!!! si es que en casa tenemos fuegos de gas y no estás acostumbrado a estas cosas tan modernas con luz de neón que llaman tu atención. Hay que ver tus mascotas que descuidadas en eso!!!

    ResponderEliminar